"Vuelvo la vista atrás en el camino, en el tiempo; puedo ver todo lo que fui, lo que intenté. Lo que creí que yo era, mis miedos, fantasmas que nunca existieron. Estoy aquí, dejando todo atrás, descubriéndome. Por dentro siento un gran dolor, que lejos de ser angustiante me libera. Es que ya es hora de destrabar las cerraduras y dejarme salir, nacer. Hoy, parada en medio de lo que fue y de lo que será, me detengo. Me recuesto en el piso repleto de diminutas flores, que como un colchón suave me permiten descansar. ¿Qué luchas libré? ¿Cuánto dejé para intentar “ser”, sin saber que nada debía hacer? Me permito llorar, sin prejuicios. Y lloro tanto que un mar profundo habita en mí. Ahora estoy liviana, sin peso. Me doy cuenta que la espiritualidad es aquí y ahora. Que mis respuestas no las hallaré nunca en un manual para vivir, ni de lo que otros digan que tenga que hacer; lo que hoy me sucede es una enseñanza para mi crecimiento, la única manera de entender. ¡Me cansé de palabras edulcoradas! Vuelvo a mirar atrás y digo Gracias, por todo lo que aprendí. Entrelazo mis brazos alrededor mío y abrazo todo lo que soy, mi luz, mi sombra, mis debilidades, mis fortalezas. Todo. Y el todo me abraza a mí. Un silencio desconocido cobija mi corazón cansado. Las lágrimas limpian mi alma. Ya estoy lista para seguir adelante, sabiendo que el camino que emprendo es totalmente diferente al que dejo. Nuevos sueños me esperan, mis seres amados, prolongaciones de mi ser. Vuelvo a crearme desde donde me sentí morir. Morir a lo viejo, nacer a lo nuevo. Emprendo un nuevo caminar dirigiéndome hacia donde temía llegar y por tanto tiempo evité. Entonces, me aproximo al precipicio con algo de vértigo, cierro los ojos con fuerza, como queriendo atrapar este instante… y me suelto... Pensé que iba a caer, pero mis brazos se abrieron como alas y volé."
Natalia Lewitan-Escritora
*Imagen tomada de Internet, desconozco su autor.
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